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"Estoy dispuesta a defender al Grupo Clarín; en ello no me temblará la mano”, aseguró el miércoles la diputada Elisa Carrió, luego de que Cristina Fernández de Kirchner presentara el informe sobre Papel Prensa. Y con una dicción lenta, como para acentuar su tono reflexivo, apeló ante el micrófono de Radio El Mundo al revisionismo histórico: “Todo empezó con el secuestro de los Born, por el que se pagaron 60 millones de dólares a la organización terrorista Montoneros.” En este punto ensayó una breve pausa, antes de agregar: “Una parte de ese dinero lo pusieron en un banco de Cuba, y a la vez le pidieron a José Ber Gelbard asesoramiento para ver dónde colocaban unos 17 millones; entonces él les recomendó a David Graiver, quien con ese dinero compraría Papel Prensa.”
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Cuando el empresario murió, Montoneros –según la legisladora– empezó a amenazar a la familia, la cual “ignoraba que Graiver había manejado dinero de la guerrilla”. Carrió dio por concluida su versión de los hechos con la siguiente certeza: “En esas circunstancias se decidió la venta urgente de Papel Prensa.” Lo cierto es que en la solidez argumental de Lilita se advierte que su fuente no fue otra que el esclarecedor libro Caso Timerman-Punto final (Editorial Roca, 1982), escrito nada menos que por el general Ramón Camps.
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Cuando dicha obra salió a la venta, la actual líder de la Coalición Cívica era una abogada de 26 años, con una promisoria carrera en la justicia del Chaco. De hecho, en 1979, el mismísimo interventor de esa provincia, general Antonio Serrano, la nombró por decreto asesora de la Fiscalía del Estado. Tiempo después atribuiría su etapa como funcionaria judicial de la dictadura a una razón atendible: “Yo necesitaba una obra social”. Es que poco antes había sufrido un accidente. “Si no hubiera aceptado esa tarea, hoy no estaría con vida”, fueron sus palabras. En 1980, sería designada secretaria de la Procuración del Superior Tribunal de Justicia, un cargo con nivel y jerarquía de juez de Cámara. En esa ocasión tuvo que cumplir con una pequeña formalidad: jurar por las actas del Proceso. Y tampoco le tembló el pulso.
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Tres décadas más tarde, ya convertida en un paradigma de los valores democráticos, no dudó en fustigar al gobierno nacional por la orden de detención librada por la justicia misionera contra el coronel retirado Luis Sarmiento. El hecho de que este sea el progenitor de la jueza María José Sarmiento –quien saltó a la fama por suspender el decreto para crear el Fondo del Bicentenario– bastó para que Carrió pusiera el grito en el cielo. “Se trata de una maniobra del oficialismo para intimidar magistrados”, fue su lectura al respecto, a pesar de que el anciano militar –conocido entre sus camaradas de armas como “El mago de la picana”– es en realidad investigado desde enero de 2008, nada menos que por 43 privaciones ilegítimas de la libertad agravadas por torturas seguidas de muerte, las cuales ocurrieron durante su gestión como ministro de gobierno de Misiones, entre 1976 y 1977.
Lilita también recurriría a su fineza humanitaria para abordar otro costado del asunto: “Presionar de este modo a la familia; usar a una persona de 85 años muy enferma, es terrible.” Y lo dijo sin un ápice de duda; como si el advenimiento de la vejez, acompañada por una leve chochera, pudiese atenuar el carácter criminal de una vida.
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Lo cierto es que Lilita es una fuente inagotable de polémicas. Por caso, supo en su momento irritar a los residentes paraguayos en la Argentina cuando sostuvo que “durante el régimen de Alfredo Stroessner la libertad estaba limitada, aunque el dictador no mandó a matar opositores”. No menos desafortunadas fueron sus declaraciones acerca de la ley de extracción obligatoria de ADN. “Ello no apunta a proteger los Derechos Humanos, sino que su intención tiene nombre y apellido: los hijos de la señora Ernestina Herrera de Noble; esto es fascismo puro”, apuntó la diputada. Por semejante concepto, sería expulsada de la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos, además de merecer el repudio de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo.
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También es de destacar su empeño en custodiar la pureza de las instituciones republicanas. Al respecto, resaltan las misivas que envió a las embajadas de los Estados Unidos y los países de Europa, en las que denunció al gobierno nacional por “una inusitada escalada de violencia”, asegurando asimismo que “la oposición tiene una pesada responsabilidad: la de ayudar a la presidenta a terminar su mandato”.
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Alineando patitos...
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Su postura ante la aprobación del matrimonio de personas del mismo género tampoco tiene desperdicios. En tal sentido, salió en defensa de la jueza pampeana Marta Covella,de no casar a nadie en esas condiciones quien hizo pública su decisión . Y las palabras de Carrió fueron: “Es saludable que exista la objeción de conciencia, porque no hay que confrontar; por el contrario, debemos hermanarnos.”
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¡¡Marche otra de tinto!!...
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Ya se sabe que Lilita es profundamente católica. Y que ello tiene una razón de peso.
Durante una comida ofrecida en la casa de un prominente hombre de la cultura que integraba el ARI antes de pasarse al kirchnerismo, Lilita, tras vaciar su copa de vino, dijo: “A mí, Dios se me apareció dos veces.” Al concluir la frase, volvió a llenar la copa... Los otros comensales asimilaron la confidencia cruzándose miradas incómodas; en cambio, el anfitrión atenuó la tirantez del momento con una fingida curiosidad. Ello bastó para que la mujer ampliara el asunto sin ahorrar detalles. Entonces aseguró que las visitas divinas habían ocurrido de madrugada y que para ella habían sido “muy angustiosas”. Al fin soltó: “En ambas ocasiones, Dios me pidió que fuera presidenta.”
Lo que se dice, una historia con final abierto.
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Por Ricardo Ragendorfer, Tiempo Argentino
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